DE MI

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Arquitecta de profesión y apasionada del diseño.

En 1998 me inicié en el mundo de la orfebrería y joyería en Venezuela para evadirme un poco de las horas de trabajo que requería mi último proyecto de estudios para poder graduarme .

Comencé un curso-taller que estaba en la parte trasera de una joyería. Siete mesas de trabajo, cinco para alumnos y  dos  para los joyeros profesionales que hacían y reparaban las piezas para los clientes.

Cinco alumnos que no comenzamos al mismo tiempo pero que teníamos nuestras tareas que hacer e inquietudes, cada uno a su ritmo sin presiones y siempre de la mano de una gran maestra como lo es Betsy Dao quien nos guiaba siempre con una sonrisa.

Cada día de curso eran 4 horas y media de martillar, cortar con la segueta (y cortarme), intentar soldar y que se fuera la soldadura para otro lado, lijar hasta quedarme sin huellas dactilares, pasarme de la raya con el soplete y fundir una pieza casi lista, pero poco a poco como todos los que compartíamos ese taller le fui cogiendo la práctica.

No quise decir que con la práctica todo fuera mas fácil porque entonces mi creatividad comenzó a ir mucho más adelantada que mis manos y mis conocimientos y se hacía difícil para poder llegar a lo que quería crear. Por eso después de terminar el curso de un año continúe en el taller un par más para poder hacer lo que se me ocurriera y así tener el fabuloso apoyo de la gente de OH (Orfebrería El Hatillo).

A la vez monté un taller en mi casa, hacía cositas con mucha ilusión, diseños especiales, piezas personalizadas, todo en plata y con el toque de color que le podía dar alguna piedra semipreciosa.

Me arriesgué haciendo mi primer trabajo en oro con las alianzas para la boda de mi hermana, tardé pero llegaron a tiempo al altar.

No más de año y medio estuve llenando de polvo de metales y papel de lija una habitación de mi casa cuando tuve que deshacerme de todo mi taller porque decidí mudarme a España.

Más de una década ha pasado desde que llegué y también más de 2 años que el gusanillo de esta hermosa profesión me venía dando vueltas a la cabeza. Noté como las manos me pedían crear porque no me bastaba estar ejerciendo mi profesión de arquitecta.

Todo ha sido muy rápido y como me decía mi padre: «Lo que se hereda no se hurta», y yo digo que lo que bien se aprende tampoco.

Ahora que he podido y porque la vida me ha rodeado de apoyos, retomo de nuevo esta profesión tan bonita y agradecida.

La plata siempre presente y después de mucho estudiar la técnica de la resina, la he incorporado a la mayoría de mis piezas y éste es el resultado.

Espero que tenga aceptación y que quién quiera lucir alguna pieza mía sepa que lleva en ella mucha ilusión.

                                                                                                                                        Ariadna Zerpa